Crees, en la tarde, adivinar su silueta, vigilante. Crees ver sus pisadas en la arena, que guían tus pasos hacia el lugar seguro. Crees mantenerte flotando con su simple mirada, pero la tibia caricia del soplo frío de la noche te devuelve a la incertidumbre donde todo se desvanece y morimos, un poco, también. Hambrientos de su imagen nos desconsolamos al soñar con sus abrazos que nos devoran. Luego, los años nos entierran, poco a poco y nos alejamos sin dejar de mirar atrás para adivinar su silueta.
Este blog es un parto prematuro en el que el autor aún anda aprendiendo a cambiar pañales. A modo de incubadadora, solo pretendo que éste sea un lugar cálido y acogedor donde lo más importante sea compartir y aprender para seguir creciendo. ¡Bienvenidos!