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Mostrando entradas de octubre, 2010

Mujer de arena

Al atardecer las huellas persistentes hieren la suave arena  rubia escamando tu piel, que lames con delicadeza con la espuma de las olas. La variopinta comunidad,  como una hilera de hormigas, se entrega con devoción en la procesión silenciosa de miradas perdidas, que buscan su interior, anestesiados por la fresca brisa y el murmullo de las olas, abandonándose al rumbo prefijado. El piberío impío, en franco desorden, rompe el ritual alejándose de la fila, persiguiendo  jacas hurgando en las tripas de las rocas, mientras los niños vestidos de viejos corretean descalzos por la arena resistiéndose a la decadencia. Y las olas parecen parir nuevos hijos  que resbalan de sus crestas  para deslizarse hasta la orilla. El pecho se llena de olor a mar y los interiores rebosan limpiándolo todo. El cuerpo se abandona para que el alma fluya. Te respiramos y te sentimos cada latido que golpea las rocas, y tu respiración, allá por la Cicer, se vuelve agitada. El sueño se hace pesadilla, y el b

Insomnio

Egipto es un lugar que nunca soñé, ni imaginé sus desiertos bajo el Sol, sus babosas serpientes moviéndose entre la arena o los cocodrilos verdosos y vigilantes entre el limo. No sé por qué me faltaron sueños que soñar y engullir el mundo, devorándolo insaciablemente, como un niño hambriento sin ojos. Las líneas que hieren el aire de cristal siempre me han sorprendido, creo que sólo yo las veo, como se aproximan despacio, como una leve caída. Soñar…sólo soñar, eso nos hace fuertes, como si fuera vivir, pero con nuestras propias normas, casi como si fuéramos dioses. En definitiva ¿no somos un antojo de los dioses? Somos sus sueños. Soñar es una magia, como volar sin cerrar los ojos; es el vientre de donde salen las palabras que se dibujan en el papel y que nos cuentan historias, penas o celebramos con ellas los triunfos en el amor y en las guerras. Soñar es como descolgar el teléfono y hablar con quien quieras, no importa que ya estén muertos, hablar y hablar sin dejar de reír; y si

SARAQUSTA

Sobre los campos de batalla se esparcieron las cenizas de tus hijos y la tierra se volvió fértil y amable. Ahora su orgullo se erige firme y férreo sobre los tejados de sus moradores, temerosos de la cólera de los dioses con su aliento helado del Cierzo, el inquisitorial tormento del sol del verano. Impasible… como en un remanso recostada sobre el inmenso valle el río te bendice con sus aguas que son tus venas ensangrentadas, la de tus hijos derramada, la que amasa la tierra de donde salen los ladrillos que te encarnan construyendo Historia entre murallas y llantos. Y Como una gran madre pariendo dolor tu mirada se eleva sobre la llanura, vigilante 

Mi amiga

     S é que tengo que acostumbrarme a oír el susurro de la brisa destemplada, que confundo con tu voz, cuando acaricia el rostro amigo. Sé que el futuro ya no será igual sin ti cuando los horizontes del mar, ahora desabrido, se rindan y se nieguen a seguir la partida, como si les hubiesen hecho trampa. Nunca pensé que se notara tanto una estrella más en el cielo, y que su calor fundiera el hielo de nuestras almas para arrancar viejas lágrimas contenidas que ahora brotan de nuestros ojos cuando tu recuerdo nos invade.      Sé que te llamamos, en voz baja, cuando estamos solos, para que compartas tu risa con nosotros y siembres con ella la cálida paz que nos hace sonreír y nos llena intensamente.      Ahora sé que la vida tiene color y perfume, un color lleno de matices que has pintado en nuestras vidas, que no precisa de contornos para descubrir la verdadera importancia de las cosas, y ese aroma intenso, lleno de esencias, que has dejado en el aire y que respiramos hasta que nos due