Un vendaval de vida me recorre
arropado en su túnica de nácar.
Mientras contemplo andanadas de sueños galopando
sobre el cerro de mi noche
Amante de la vida y del amor es también un guerrero que utiliza la poesía como arma arrojadiza contra las injusticias, como si fuera un Quijote sin fecha de caducidad. Sus armas son precisas y posee un arsenal inagotable de conocimientos y recursos literarios, pero lejos de resultar empalagoso el uso de su rico vocabulario, a veces nos produce una sensación agridulce, casi provocadora:
En mi verso hay rugidos de silencios,
cuya tinta son ángeles sin alas
encadenados a las heces ciegas
de un pétalo de luna que fallece
[...]
En mi verso hay caricias de silencios
para romper palabras sin aurora
donde entierren la noche del sicario
donde se alcen los ojos de los niños
para romper palabras sin aurora
Cuando desaparece la temática social surge la temática amorosa que la aborda igualmente con maestría:
Infiltradas estrellas en tus venas.
Su hilatura de plata entró en tus poros,
trocó tu piel en faro de azucenas,
almenar que mis besos bendecían,
simbiosis de rocío y luz sedienta
que desplazaba los escombros ciegos
de mi pasado en ruinas de cenizas.
A la mayoría de nosotros nos resulta difícil definir qué es poesía, un término que se vuelve subjetivo cuando intentamos atraparlo con palabras certeras. Pero sin duda percibimos claramente lo que es cuando leemos versos que nos conmueve y nos transmiten emoción a la vez que nos sensibiliza y nos hace reflexionar. Sirva como un buen ejemplo éste de "Versos como carne" de Amando Carabias.