cuando los sueños
rotos nos olvidan
y las lágrimas
huérfanas nos persiguen
entre la maleza del
hastío y la rabia.
Lejos, cuando tu pelo
se ondula
en el viento envenenado de la memoria
y tus labios incoloros
se deshacen en la distancia,
siguiendo el ritmo
oscuro de los deseos,
a golpes del eco
que esparce el aroma de tu taconeo azul;
presiento las huellas
sobre el asfalto
hasta la trampa mortal
bajo la canción
olvidada
de noches de blanco satén.