Olvidé el murmullo de las olas,
la lenta agonía de los sueños,
el vértigo del amanecer.
Olvidé arrancarme el cordón umbilical
que me encadena a la vida
y renuncia a la conquista del vuelo.
Olvidé tantas cosas…
y tantas otras que nunca imaginé,
ahora, cuando regreso a la casa
y las puertas ya están cerradas,
y las ventanas
colgadas de la tarde,
y los platos vacíos sobre la mesa.
Olvidé despedirme
y mirarme al espejo
y ya no sé quién soy.
Sin darme cuenta me fui alejando de mí.
Y, ahora, cuando
ya no soy,
sin darme cuenta…
olvidé los
fantasmas
que deambulan por
la casa
sin saber a dónde ir.