En el taconeo roto de largo viaje
las prisas escondidas entre sueños
han mordido a los niños de trapo
junto a la puerta vacía
sorprendidos por la tarde
y por las escaleras van cayendo
los tristes pasos y sus maletas
grafiteando con sus cosas los instantes
mientras la vecina gritona escupe besos
y los hijos de los hijos
se curan sus ombligos ensangrentados
y llenan la tarde de despedida
dejando un eco de silencios como estela
y el mar se llena de brazos
y sus huesos esperan en la orilla
donde la voz lejana se hunde en el barro
alimentando las entrañas de la tierra
fecunda hembra que pare semillas
fuertes raíces que se retuercen
flor que huele a veneno
veneno que hiere y mata
perfume que mendiga a sus hijos.