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Mostrando entradas de enero 19, 2010

Sin él

Cada mañana moría al abrir los ojos, y como una luz vertiginosa se hundía en los abismos más tenebrosos, entonces permanecía allí sin que nada le afectara por algún tiempo, al menos hasta que comenzaba a recordar. -“¡Hola Pablo!” –Oyó decir, y su visión se fue haciendo cada vez más nítida hasta emerger a la superficie. -¡Preciosa! –Exclamó sorprendido- ¿Qué haces tú aquí? -La sonrisa de su joven sobrina se balanceaba como un andamio ligero que cuelga en las alturas. Era tan pequeñita cuando llegaron a España…, y sin embargo, se había convertido en toda una mujer. De su morenez brotaba el brillo de sus dientes y de sus ojos color café. Marcela había llegado desde Madrid exclusivamente para verlo y atenderlo, era el único cordón umbilical que lo unía a su reducido grupo familiar en España: La madre de Pablo, envejecida y enferma, de tantos sinsabores, de tanto huir sin esperanzas, compartía, a trozos iguales, ternura y amor con su hijo y su hija, de distinto padre, a los que ya les ha