Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2010

La mirada

La mirada… sueño de cristal que se rompe en la noche inesperada,   desgarrando, sus cortantes aristas, la carne. Fluye la roja sangre manchando los cuadros rotos  en otras noches de rabia contenida que rasgan, llorando, el lienzo. La mirada… afilada hiere el presente, que desprecia   y desafía,  en el grito contenido en la renuncia al aire contaminado que lo envuelve, con ese gesto de rebeldía donde nacen los recuerdos donde brotan las lágrimas rotas empapando los sentimientos como pinceles que paren figuras, desesperadas, que quieren salir del cuadro, que huyen del pasado,  prisioneras… de tu mirada. Pilar Aguarón, Autorretrato, 1991.

Las gilipollas

            A hora que somos una sociedad madura que tiende a envejecer y a sufrir los achaques de la edad, nos asusta el descontrol, el caos y el desgobierno. En la vieja Europa, después de vivir una vida llena de hitos históricos, de ser la impulsora del progreso y las libertades; del bienestar social y la democracia, nos volvemos asustadizos y conservadores; sin duda, este mundo vertiginoso y cambiante nos incomoda y atemoriza. Hemos perdido la agilidad mental y física que nos lanzó a las calles parisinas, o de cualquier otra ciudad europea, guiados por la libertad, en medio de las barricadas del inconformismo y embriagados de idealismos revolucionarios, y no era un fin lo que perseguíamos, sino ese ambiente romántico, una forma de vida, el ser utópicos sin necesidad de utopías. Pero ya somos la vieja Europa, la que se empeña con ese caminar victoriano, con la cabeza muy alta, a pesar de los problemas de cervicales que padecemos, sin querer reconocer que ya no somos el centro del

Arde el Aaiún

Arde el Aaiún A varios miles de kilómetros de aquí mueren o han muerto soldados españoles en misión de paz, en Bosnia, Líbano, Afganistán... El gobierno de mi país considera que es necesaria esa intervención, porque en esos países se violan los derechos humanos, se perpetran campañas de limpieza étnica o se conculcan los más elementales derechos de los pueblos. Desde donde yo vivo hasta el Aaiún   hay una distancia menor que de Zaragoza a Barcelona. Allí, en estos momentos, están muriendo niños, jóvenes y adultos indefensos a manos de las Fuerzas de seguridad del Estado marroquí. Hombres y mujeres han sido detenidos, violados sus domicilios, destruido sus enseres y pertenencias, torturados o desaparecidos. Creo que sería redundar decir que todo esto ocurre sin garantías constitucionales. El gobierno de mi país interviene en numerosos foros internacionales para lograr un mundo mejor y más justo. En algunos casos ejerce la presión internacional para conseguir que países, como Cuba, l

Mujer de arena

Al atardecer las huellas persistentes hieren la suave arena  rubia escamando tu piel, que lames con delicadeza con la espuma de las olas. La variopinta comunidad,  como una hilera de hormigas, se entrega con devoción en la procesión silenciosa de miradas perdidas, que buscan su interior, anestesiados por la fresca brisa y el murmullo de las olas, abandonándose al rumbo prefijado. El piberío impío, en franco desorden, rompe el ritual alejándose de la fila, persiguiendo  jacas hurgando en las tripas de las rocas, mientras los niños vestidos de viejos corretean descalzos por la arena resistiéndose a la decadencia. Y las olas parecen parir nuevos hijos  que resbalan de sus crestas  para deslizarse hasta la orilla. El pecho se llena de olor a mar y los interiores rebosan limpiándolo todo. El cuerpo se abandona para que el alma fluya. Te respiramos y te sentimos cada latido que golpea las rocas, y tu respiración, allá por la Cicer, se vuelve agitada. El sueño se hace pesadilla, y el b

Insomnio

Egipto es un lugar que nunca soñé, ni imaginé sus desiertos bajo el Sol, sus babosas serpientes moviéndose entre la arena o los cocodrilos verdosos y vigilantes entre el limo. No sé por qué me faltaron sueños que soñar y engullir el mundo, devorándolo insaciablemente, como un niño hambriento sin ojos. Las líneas que hieren el aire de cristal siempre me han sorprendido, creo que sólo yo las veo, como se aproximan despacio, como una leve caída. Soñar…sólo soñar, eso nos hace fuertes, como si fuera vivir, pero con nuestras propias normas, casi como si fuéramos dioses. En definitiva ¿no somos un antojo de los dioses? Somos sus sueños. Soñar es una magia, como volar sin cerrar los ojos; es el vientre de donde salen las palabras que se dibujan en el papel y que nos cuentan historias, penas o celebramos con ellas los triunfos en el amor y en las guerras. Soñar es como descolgar el teléfono y hablar con quien quieras, no importa que ya estén muertos, hablar y hablar sin dejar de reír; y si

SARAQUSTA

Sobre los campos de batalla se esparcieron las cenizas de tus hijos y la tierra se volvió fértil y amable. Ahora su orgullo se erige firme y férreo sobre los tejados de sus moradores, temerosos de la cólera de los dioses con su aliento helado del Cierzo, el inquisitorial tormento del sol del verano. Impasible… como en un remanso recostada sobre el inmenso valle el río te bendice con sus aguas que son tus venas ensangrentadas, la de tus hijos derramada, la que amasa la tierra de donde salen los ladrillos que te encarnan construyendo Historia entre murallas y llantos. Y Como una gran madre pariendo dolor tu mirada se eleva sobre la llanura, vigilante 

Mi amiga

     S é que tengo que acostumbrarme a oír el susurro de la brisa destemplada, que confundo con tu voz, cuando acaricia el rostro amigo. Sé que el futuro ya no será igual sin ti cuando los horizontes del mar, ahora desabrido, se rindan y se nieguen a seguir la partida, como si les hubiesen hecho trampa. Nunca pensé que se notara tanto una estrella más en el cielo, y que su calor fundiera el hielo de nuestras almas para arrancar viejas lágrimas contenidas que ahora brotan de nuestros ojos cuando tu recuerdo nos invade.      Sé que te llamamos, en voz baja, cuando estamos solos, para que compartas tu risa con nosotros y siembres con ella la cálida paz que nos hace sonreír y nos llena intensamente.      Ahora sé que la vida tiene color y perfume, un color lleno de matices que has pintado en nuestras vidas, que no precisa de contornos para descubrir la verdadera importancia de las cosas, y ese aroma intenso, lleno de esencias, que has dejado en el aire y que respiramos hasta que nos due

Tras la sonrisa XVII

    L a noche se anunciaba hermosa. El mar, tranquilo, se oscurecía de sombras y el barco parecía batir las olas con suavidad, como si caminara de puntillas. A lo lejos, los últimos destellos de luz se apagaban sobre la costa, que se adivinaba en el Poniente, coronada por un velo sedoso de nubes ensangrentadas. El mar susurraba y la brisa fresca aliviaba los cuerpos ligeros y agobiados que subían a cubierta para despedirse del día y contemplar el cielo estrellado y limpio, como un guiño de la buena suerte, antes de ir a cenar al restaurante.    Juani lucía un traje muy colorido de estampes étnicos, que le daba un aspecto muy juvenil y resaltaba su bronceado y su melena rubia. Subía las escaleras de forma apresurada y risueña, sujetándose el traje y el chal. En su mano tenía el móvil, que volvía a mirar, “Estamos en cubierta, tenemos poca batería, Victoria”. La coquetería de Juani le pasa algunas facturas, se negaba a llevar gafas, “…total, apenas son un par de dioptrías...”, en re

El renacimiento de Eva

Resurges impetuosa enarbolando la razón de los deseos, los hechos consumados de la imaginación; provocadora, te acompaña la mirada que petrifica, gorgona contemporánea, que acechas asesina; humedad de voluptuosas formas, gotas que acarician tu cuerpo entre los granos arenosos que condecoran tu piel mojada; las huellas que se arrastran por el pasado, de turbios recuerdos, en la arena ensalitrada, te persiguen atormentadas sin alcanzar tu desmemoria, y una ingenua sonrisa, casi maliciosa, borra esa estela de espuma blanca, que brota del semen marino del dios dolorido, déspota celeste, violador de voluntades que copula sobre la tierra fértil y que te engendró entre el grito desgarrado y el deseo incontrolable. Ahora llevas en los ojos el brillo de tu padre, su prepotencia en tu belleza exultante, su fuerza en tu fragancia irresistible, su rabia en tu contoneo sinuoso, su obsesión en tus pérfidas promesas, su locura en tu deseo caprichoso que contagias a los mortales, arrebatándoles la r

Tras la sonrisa (XVI)

-¿No te habré despertado Victoria? ¿te noto como si estuvieses media dormida? –Preguntó Juani, temiendo haber sido imprudente. -No, no es nada, solo que me acosté un rato sobre los cartones porque estaba un poco mareada- Dijo Victoria Eugenia, aparentando normalidad pero sin quitarle un ojo a su vecino. -¿Sobre los cartones? -Preguntó extrañada Juani. -Ah, no, es un decir, me refiero a los colchones de la suite. La verdad que está estupenda, la decoración es preciosa y las vistas ni te cuento –Explicaba Victoria Eugenia con todo lujo de detalles, mientras el hombre negro, que se había sentado al el otro lado de la callejuela, miraba a su alrededor buscando, atónito, la “decoración preciosa” de la que hablaba Victoria Eugenia. -¡Vaya! Con que una suite, ya veo que os va de maravilla. Por cierto, hemos visto a Juan hace un momento pero lo hemos perdido. Estaba muy gracioso y divertido hablando con una camarera morena muy guapa y bailando –Dijo Juani insinuósamente. -Gracioso sí, no te

Chani en el bosque encantado

   D urante años hemos recorrido el mismo pasillo, estrecho y oscuro, donde la luz se vuelve miserable y anidan tristes azulejos, que la sombra decolora; hijo de los días grises que nos apenan como si fuera catacumbas, asfixiando las sonrisas y encendiendo los ojos que buscan angustiados la salida. Y cuando crees que ésta se aproxima, las corrientes humanas se arremolinan llevándonos con ellas para alejarnos de nuestro destino.    Cuando vemos un claro en el bosque, luchamos contracorriente entre las raíces agrias y fuertes, de savia añeja y cortezas rencorosas, para llegar a un recodo del río donde surge una luz amable que nos invita a descansar. Es un lugar fresco y familiar, con agradables fragancias, que nos insita a charlar y reír, olvidándonos del fatigoso viaje y del próximo encuentro con belicosas tribus río arriba.    Como una lámpara de los deseos, conseguimos todos los pertrechos para proseguir el viaje. Una voz amiga te complacerá y sus ojos se iluminarán para darte la bi

Momento

Como ladrillos que recorren la pared, el dolor se amasa con sombra fresca y se cuecen a fuego lento, viejo, ahumado por la culpa con su calor sucio que corrompe y la salud se reciente hasta que grita, como un manifiesto que propugna el fin de algo, algo que ya no queda, como si fuera el alma rota, una coma en cada frase, un respirar profundo cuando no tenemos nada que perder, cuando el reino se ha rendido y la luz se aleja en la tarde,  despacio,  vislumbrando la sombra muerta, el momento último,    la mirada quieta, el frío mármol.

Cuentos chinos

   N unca antes había escrito sobre mí en este blog, no lo había considerado necesario, ni siquiera para opinar sobre algún hecho o alguna cuestión, no es esa la función que dio luz a este blog, y que aspira a reflejar el pulso artístico y literario actual.    Permítanme, sólo hoy, pues puede ser la última vez que escriba, que me desfogue, ahora que me siento triste y amargado; y siento decirlo, creo que también lo estarán ustedes cuando terminen de leer este artículo, al menos aquellos que les gustan escribir y/o sueña con ser escritores algún día.    Nos gusta ser aceptados, por eso vestimos a la moda; vamos a la peluquería (en mi caso es un decir) para que nos hagan peinados que desafían las más elementales leyes de la gravedad; aprendemos chistes, incluso los ensayamos en casa, para luego, entre los amigos, resultar graciosos y simpáticos; o nos empapamos en documentales televisivos, Internet o libros sobre diversos temas, desde el futbol hasta la influencia de los caracoles poli

Tras la sonrisa (XV)

   E l gentío bailaba, reía y todos levantaban sus manos, también Juan, que se atrevía a dejarse llevar por el ritmo de la música, tarareando el estribillo de algunas canciones, como si aquel brebaje mágico lo hubiese transformado, dándole un poder que desconocía.    Todo empezaba a resultar familiar y sus desconocidos amigos lo miraban con simpatía, reían y cantaban en torno a él, que no se percataba del magnetismo que resultaba tener, ni como muchos lo seguían, imitándolo. Se sentía reconocido. Incluso los del fondo lo saludaba desde lejos, en especial una atractiva mujer cuyo pareo era permisivo a las miradas que adivinaban su coqueto cuerpo. A su lado, un hombre fornido y muy bronceado, que llevaba unas bermudas con figuras verdes, también levantaba su copa. Él, Juan, sonreía hasta que, de forma inesperada, su expresión se heló “!joder, pero si es el purasangre!” –gritó en su interior, acordándose, de golpe, de aquella promesa en forma de juramento: “¡Prométemelo Juan! Tienes que

Loba

Del frío surgió una atmósfera de cristal casi irrespirable, que se rompía constantemente por cada respiración entrecortada por cada palabra, pronunciada, con la que maldecía, esperanzada, la loca hermosa con rabia vieja. Deambulaba, sola, por los estrechos desfiladeros aprisionando sus sentidos y disparando sus emociones contenidas; luego, llegaba hasta el riachuelo siguiendo las huellas que se arrastraban por la nieve, sedienta, donde lamía sus heridas la hermosa loca, en la soledad del bosque acariciando su piel mientras olía la sangre caliente, la hembra sola, de sus víctimas confiadas y lloraba, la vieja loba, lloraba en la noche fría.