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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Melchor

S imón se estremeció al oír su nombre, que se alargaba en un susurro sonoro y exótico atravesando el jardín dónde jugaba. Sorprendido, su mirada buscó con curiosidad la fuente de aquellas palabras que se repetían, hasta encontrarlo al otro lado de la valla. Era como se lo imaginaba, con aquel vistoso traje largo de vivos colores y un enorme turbante que realzaba aún más su enorme figura. Ya anochecía, pero pudo contemplar la profundidad de sus ojos negros que resplandecían proyectando una mirada que atravesaba hasta llegar al corazón. “Feliz Navidad”, dijo con una tierna sonrisa que  casi abrazaba, antes de darle al pequeño niño, boquiabierto  e incapaz de reaccionar, una preciosa caja envuelta en un papel brillante de elegantes colores y decorada con una cinta de tela transparente, con brillos dorados y plateados. Su madre enmudeció al ver a su hijo con aquella expresión de inmensa felicidad, sin que tuviera tiempo de preguntarle por el autor de su regalo, mientras el presidente s

Aires de cristal

En los aires de cristal la luz juega en el laberinto y recorre las miradas caprichosas escondiendo su vuelo. En los aires de cristal respiro la luz que quiero la que ilumina mi interior como un pozo vacío y seco de cristales rotos esparcidos sobre la arena del desierto. En los aires de cristal me veo como una botella que naufraga y se hunde ahogándose en el abismo para echar raíces en el fondo. En los aires de cristal me reflejo como el frío tras la ventana cuando la cierra las noches con la vaga esperanza de encontrarme  al amanecer.