Desde hacía algún tiempo la palabra gentilhombres había perdido su masculinidad . Ciertas mujeres habían accedido a la asamblea por designación real. Algunas harimaguadas y la guayresa Andamana resumían la aportación femenina. Los hombres aún no se habían acostumbrado a su presencia y, aunque correctos con ellas, no solían darles conversación . Quizás se debía a que los nobles tenían prohibido dirigirse a las mujeres cuando se las encontraban solas por los caminos, delito que estaba castigado con la pena de muerte. Andamana no necesitaba oír ni hablar con nadie para darse cuenta de las cosas. Perspicaz, observadora y más inteligente que cualquiera de los hombres presentes, poseía un olfato especial para presentir los acontecimientos . Su demoledora oratoria estaba provista de una afilada ironía que destrozaba a sus adversarios, a los que después golpeaba con una profunda y sonora carcajada ahogándolos definitívamente . A sus cuarenta y tantos años largos disfrutaba de una madurez
Este blog es un parto prematuro en el que el autor aún anda aprendiendo a cambiar pañales. A modo de incubadadora, solo pretendo que éste sea un lugar cálido y acogedor donde lo más importante sea compartir y aprender para seguir creciendo. ¡Bienvenidos!