El eco del prejuicio, como el punzón que golpea a una codorniz malherida, alumbra la palabra, en el rojo atardecer que resbala de las manos y acaricia el silencio marmóreo, bajo las miradas que se precipitan desde el cristal público, maceta en la que se exhibe la flor artificial que da color a las mentiras, cuadro grotesco que decora la pared de las conciencias en las tristes mañanas ahogadas por el ruido del viejo y negro piano de cola desafinado instrumento prisionero de las sombras cuando la lámpara se apaga, clandestina. Reto en La Esfera Cultural
Este blog es un parto prematuro en el que el autor aún anda aprendiendo a cambiar pañales. A modo de incubadadora, solo pretendo que éste sea un lugar cálido y acogedor donde lo más importante sea compartir y aprender para seguir creciendo. ¡Bienvenidos!