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Mostrando entradas de octubre, 2013

Leña rota

La leña rota sacude sus alas y el color de la risa arde banderas alzando la noche como una fiesta en la trastienda del fuego herido en los frentes sin fe pariendo cenas de cadáveres en los armarios, cunas de cenizas en los pozos caducados donde aún se escuchan el canto de los sables dibujando fronteras que profanan el mar levantando muros en los ojos y el amanecer se cubre de moho olor a olvido reciclado que cae como lluvia fresca sin vértigo, estelas que emborronan el aire, y la patria se hace himno y se hace música, y los ríos de madera arrastran mentiras que escupen en el papel violado de sangre y tinta corrompida, huérfanos de la verdad que mendigan sus culpas una voz atronadora como un eco que fluye anunciando clandestina la derrota. 

Heridas

En las esquinas de sus pensamientos cuelgan viejas heridas que trepan como hiedras y se vuelven isla. Es un mundo redondo y ciego, un silo de sonrisas de amor, un tesoro de ego blanco, hielo bajo las pestañas que escupe miradas que abrazan la tinta prisionera hermana de la luz y la sombra, una dama de encajes de madera, cruz de hogueras viejas, de noches tristes cuando el llanto llama. Sol de tardes quietas cuando el viento muere cada mañana y el niño juega y la tumba calla.

Mañanas en San Cristóbal

Nada,  solo caminar sobre las perlas arrugadas de un aliento azul, susurro de una mañana sobre la sombra vieja de la piel. Esa brisa de salitre pegajoso escupe el nombre, solo un nombre que arrastran los callados hasta el mar murmurando brillos azabaches sus labios rotos sobre una cuerda de infinito besan, lentamente, las nubes ocres, juramento de hombres arracimados, lombrices de dientes de oro que navegan sin dejar estela y los rayos parten el cielo de un dios imposible maldecido entre rezos y miedos.