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Mostrando entradas de junio 23, 2009

Decadencia

En las suaves llanuras donde pacen las dudas siempre escucho un silencio aplastante , en medio del susurro de un viento, intrigante, que acaricia el rostro ensangrentando, como si lo desgarrara con profundas heridas. Me gusta oler las flores amargas que me adormecen sobre la fresca hierba de tu piel Sin saber quien eres, conozco tu calor que hierve mi sangre, a fuego lento, hasta convertirse en un tibio sudor. La luz de tus mentiras no me molestan porque son como mías cuando me engaño, para no perderte en los horizontes, para no perderme en los desiertos entre sábanas blancas. Y mientras el amor se marchita en largos otoños recuerdo las lejanas primaveras y sus tormentas tropicales las noches calurosas entre doseles adormecido en las frías mañanas sobre la fresca hierba de tu piel.

Andamana VII

El silencio acompañaba a los pasos del reo, un desgraciado muchacho de no más de catorce o quince años. Cabizbajo andaba casi arrastrando los pies descalzos mientras era empujado por los alguaciles que lo custodiaban. Sus ojos, casi sellados por las lágrimas secas, se escondían en su cara curtida y polvorienta colgada en su enjuto y sucio cuerpo desnudo. Un hermoso canario de color verde rompía el aire quieto al pasar revoloteando, casi rozando al niño-hombre, mientras le cantaba un triste secreto. Los notables de la asamblea presenciaban casi ausentes la terrible escena. Sus frías miradas y helados cuerpos dejaban solos a los atormentados parientes del delincuente. Su joven madre moría de dolor retorciéndose y tapándose la cara. Como si estuviese ensayado, de repente los dos levantaron sus miradas para encontrarse y romper a llorar entre gritos, mientras la una y el otro eran agarrados por fayacanes y familiares. El cuerpo atado y tembloroso fue presa fácil de las rudas y fuertes m