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Tras la sonrisa (XVI)


-¿No te habré despertado Victoria? ¿te noto como si estuvieses media dormida? –Preguntó Juani, temiendo haber sido imprudente.

-No, no es nada, solo que me acosté un rato sobre los cartones porque estaba un poco mareada- Dijo Victoria Eugenia, aparentando normalidad pero sin quitarle un ojo a su vecino.
-¿Sobre los cartones? -Preguntó extrañada Juani.
-Ah, no, es un decir, me refiero a los colchones de la suite. La verdad que está estupenda, la decoración es preciosa y las vistas ni te cuento –Explicaba Victoria Eugenia con todo lujo de detalles, mientras el hombre negro, que se había sentado al el otro lado de la callejuela, miraba a su alrededor buscando, atónito, la “decoración preciosa” de la que hablaba Victoria Eugenia.
-¡Vaya! Con que una suite, ya veo que os va de maravilla. Por cierto, hemos visto a Juan hace un momento pero lo hemos perdido. Estaba muy gracioso y divertido hablando con una camarera morena muy guapa y bailando –Dijo Juani insinuósamente.
-Gracioso sí, no te imaginas las gracias que me ha hecho, no he parado de reírme, aunque, no creas, yo he bailado también lo mío, tengo los pies destrozados –Dijo Victoria Eugenia disimulando su situación.
- Oye, a ver si nos vemos pronto, lo vamos a pasar de maravilla, ya verás –Dijo Juani muy animada y deseando encontrarse con su amiga.
-Sí, la verdad que sí, Juani, este crucero es una maravilla –Dijo con lágrimas en los ojos- lo vamos a pasar muy bien. Ya Juan llamará para vernos, que mi móvil no funciona bien y me estoy quedando sin batería –Dijo Victoria Eugenia, antes de despedirse apresuradamente cuando observó que se acercaba una pareja de la policía municipal.
Como pudo, se levantó muy dolorida y se acercó a los dos policías, muy compungida y nerviosa, agarrando a uno de ellos, sin darse cuenta del aspecto que presentaba.
-¡Agente, agente, ese africano me ha atacado! –Gritó, señalando al hombre negro, sin soltar al policía, que se asqueaba al verla tan sucia y con las manos ensangrentadas.
-¡Quita loca! –La apartó el policía con expresión de repugnancia para después sacudir su uniforme como si evitara contagiarse de algo.
-Espere un momento -Dijo uno de los agentes, mientras el otro se acercó al hombre negro, que miraba impasible preparándose un café con una pequeña cocinilla de camping.
-Buenas tardes, Doctor Janssen –Saludó militarmente el agente cuadrándose delante del “africano” ante la sorpresa de Victoria Eugenia.
-Hola Migué –Respondió el doctor- ¿cómo va eso? –Preguntó sin dejar lo que estaba haciendo.
-¿Qué ha ocurrido aquí, Yan? –Le preguntó el municipal.
Yan le contestó en voz baja al policía, que le interrogaba, mirando de reojo a Victoria Eugenia, que recibía las aclaraciones del otro agente y se enervaba, al comprobar que el interlocutor de Yan se reía sin parar al escucharlo.
-¿Cómo que doctor? –Se quejaba Victoria Eugenia por el trato que le dispensaban a Yan.
-Sí, es un doctor holandés y es muy apreciado en el barrio.
Cuando el otro agente regresó sonriente, también saludó a Victoria Eugenia, que se seguía mostrando contrariada y enfadada.
-Bueno señora, al parecer ha habido un malentendido. Usted se ha caído y el doctor Janssen, simplemente, la ha atendido –Dijo, señalando al vendaje casero que llevaba puesto Victoria Eugenia en la rodilla, antes de despedirse y seguir su camino sin dar más explicaciones a la que parecía una mendiga loca.
-Adiós, doctor Yan. Adiós, señora. Ah, y que tenga una feliz travesía y disfrute de la suite –Dijo el policía riendo, ante la extrañeza de su compañero.

Victoria Eugenia incrédula ante lo que estaba viviendo, no entendía como el agente municipal sabía lo del crucero ni como aquel espantapájaros era holandés y doctor. Ahora, comprendía el numerito que había montado y se sentía ridícula y avergonzada ante el gentil doctor. Tras recoger sus cosas, se acercó hasta Yan y, tragándose su orgullo con gran esfuerzo, se disculpó como pudo, sin que Yan le hiciera mucho caso. Éste le puso una tacita de café en las manos de Victoria Eugenia, sin que ésta se atreviera a rechazarlo, hacía tiempo que no había comido nada y ya su estómago se empezaba a quejar. Sentada en aquel rincón tecleó un mensaje por el móvil y se quedó quieta, sin quejarse, compartiendo algunas galletas con Yan, hasta que quedó rendida sin darse cuenta.

Comentarios

Mercedes Pinto ha dicho que…
Bueno, al menos ya sabemos que Victoria Eugenia ha sufrido un percance y por eso no aparece, pero está vivita y coleando. El que se lo está pasando de escándalo es su marido. Veremos si por fin se encuentran en el crucero y quién de los dos se va a llevar la mayor sorpresa.
Un abrazo.
Amando Carabias ha dicho que…
¿Has escrito este pasaje después de conocer los resultados en las elecciones holandesas y la espectacular subida de la extrema derecha neerlandesa?
Se me caen todos lo mitos, pero al revés que a Victoria Eugenia.
A lo mejor me equivoco, pero creo que esta mujer se ha matriculado en curso acelerado de humanidad y rotura de clichés.
Un mendigo doctor, un hombre de color (osucuro) holandés, alguien que le ha curado sólo porque estaba herida, sin necesidad de presentar una tarjeta de crédito.
De nuevo mi admiración, Marcos, por tu fina ironía, por tu modo tan sabio de conducirnos de sorpresa en sorpresa en una trama tan llena de humanidad.
Un abrazo.
Marcos Alonso ha dicho que…
Mercedes, de momento Victoria Eugenia va a ver, conocer y vivir más de lo que hubiese imaginado, en ambos casos son ambientes que despiertan, al parecer, aquella parte de ellos que estaba dormida.

Un abrazo.
Marcos Alonso ha dicho que…
Gracias, Amando, por tu comentario y por ser de esa forma que comentaba en la Esfera.ç

Un abrazo
Marisa ha dicho que…
Verdadera filosofía
a pie de calle, serían
escenas para una serie
cómica sino fuesen
retazos de la realidad.

Un abrazo
Marcos Alonso ha dicho que…
Hola Marisa! Cierto a veces la realidad es tan amarga como cómica cuando no lo es, detrás queda la desgracia, el sufrimiento, la solidaridad, comprender al otro, al extraño, ponerse en su lugar.

Un abrazo Marisa
Cassiopeia ha dicho que…
Hermoso cuadro. Claro y doloroso.

Gloria por los Yanes, que nada de victoriosas en nuestra sociedad son esas "Victorias".

Un abrazo fuerte.
Marcos Alonso ha dicho que…
Gracias Cassiopeia por tu comentario tan victorioso.

Un abrazo.
Ángeles Hernández ha dicho que…
O sea que son dieciseis. Pues tendré que tomármelo con calma.

De momento esta entrada me ha divertido muchísimo, como dice Amando : todos los clichés rotos. Aunque no conozco todavía a Victoria Eugenia, parece que no le viene nada mal un toque de contradiccion y de , por supuesto, humanidad.

No me atrevo a más.

Intentaré ponerme al día.

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