Tras el cristal, lejos de todo, observo, indiferente, sin que nada importe, la luz de un día enumerado, como si fuese una pecera, donde se repiten los movimientos con leves variaciones, huérfanos de sonido y aire, igual que un cuadro imitado mil veces, anónimo, como yo, mirándonos, sabiéndonos, sin reproches, sostenidos en esa línea que transcurre ajena a sí misma, como en la que flota el hielo, la mirada perdida, como la partida sin final, cuando el presente se resiste, parapetado, incrustado en la desmemoria, y el día se resiste, y las horas no llegan, y los pensamientos no fluyen ahogados en la pecera… espacio… solo espacio.
Este blog es un parto prematuro en el que el autor aún anda aprendiendo a cambiar pañales. A modo de incubadadora, solo pretendo que éste sea un lugar cálido y acogedor donde lo más importante sea compartir y aprender para seguir creciendo. ¡Bienvenidos!