La rabia rompe la tierra para esconder tus raíces, de avergonzados secretos, de tantas frustraciones, que alimenta el agua contaminada de odios y temores. Y retorciéndose en el fango, entre finos hilos de venganza, brotan los retoños verdes, orgullosos, elegantes, espigados, apuntan al cielo inclemente recordando con sus frutos jugosos los sinsabores de una vida engañada, cuando pagas los pecados de los otros, cuando te dejan en las umbrías soledadades y tu alma se vuelve oscura, húmeda, de tantas lágrimas, rota, de desesperanza. Ya no tienes ojos, solo ramas y espinas, ya no distingues a los amigos porque todos son otros, otros sin almas. No te importan las caricias Ni que coman tus frutos Frutos venenosos Asesina sin alma.
Este blog es un parto prematuro en el que el autor aún anda aprendiendo a cambiar pañales. A modo de incubadadora, solo pretendo que éste sea un lugar cálido y acogedor donde lo más importante sea compartir y aprender para seguir creciendo. ¡Bienvenidos!