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Nana

Los ojos más bellos que horadaron el tiempo se han dormido en tus manos y la cama vacía se ha acurrucado de sonrisas heridas, de miradas perdidas huérfanas de ti. El aire ha dejado de respirar y se ha impregnado de miedos, de temblores que trepan por las piernas y sacuden violentamente el alma, fuego abrazador que aletea, sudor amargo que ahoga, marea que borra las estelas. Hoy los relojes han perdido la fe y las hojas de un nuevo otoño deambulan sin saber qué hacer. Hoy puede que siempre lo sea y el pulso a la vida se llena de rabia como una traición que se canta en una nana.

Quiero mirarte a los ojos

Quiero mirarte a los ojos, quiero preguntarte tu nombre, quiero verte tras el muro  que esconde tu alma. Quiero contar los niños muertos, quiero saber cómo se llaman tus hijos, si los miras a la cara. Quiero saber cuánto vale tu orgullo, cuánto sus vidas, para pagarte,  para que no los mates. Quiero que me hables de venganza, si matas porque te obligan,  qué compras con lo que te pagan. Quiero ver a tu madre junto a ti, quiero ver a esos niños en sus brazos, quiero que conozcas sus nombres y lo pronuncies en alto. No quiero preguntarte por qué lo haces, solo quiero saber cómo te sientes: si te sientes sucio si duermes por las noches si juegas con tus hijos… 

Sur

Sol en tus ojos y en tus manos  en el azul que ahoga de alambrada blanca. Tierra en tus ojos y en el aire garras de aviones con  sus gritos  de muerte y de niños con sus jeringuillas que besan sus madres. Sal en tus ojos rojos tomates que desangran las carreteras de los sures secos  de flacas cabras. Noches en tus ojos luces de discotecas de camareros y turistas de cemento y hambre  y paro. Viento en tus ojos  Sol y tierra y agua salada en tus venas y en tu rabia.

RECETA

Acariciar un horizonte con olor a pimiento tierras cercanas de un nuevo mundo  con un cielo de hielo a medio hacer como tortilla estrellada de huevos fríos en la que tu cuerpo de vino se convierta en patria de corazón desalmado envasado al vacío susurrando la sal de tus sueños rotos, el sabor del tiempo perdido en escabeche, la fragancia del miedo sin ataduras, la salsa de rabia a fuego lento cuando la piel ajada se hace deseo entre gemas caramelizadas de dudas picantes y nuevas sensaciones deshuesadas al vapor.

Reseña de Ana Joyanes sobre la novela "Andamana, la reina mala" en La Esfera Cultural

Ana Joyanes, autora entre otros libros de  Lágrimas Mágicas, Sangre y Fuego, Oscurece en Edimburgo  o su última novela  "Noa y los dioses del tiempo" (Idea Aguere  Col. G21) ,  ha dedicado una magnífica reseña a mi novela  "Andamana, la reina mala"  en el blog literario "La Esfera Cultural" .  A Ana me une una entrañable amistad y la admiración que se suele sentir por esos seres que poseen unas capacidades extraordinarias y una energía inagotable y desbordante, también el hecho de haber colaborado ambos en múltiples proyectos, junto a otros compañeros de la Esfera Cultural, y en especial en la inolviable aventura de "Oscurece en Edimburgo", una novela a escote escrita entre siete autores. Así que no es de extrañar que lleve algunos genes suyos en mi genética literaria. A lo largo de la gestación de "Andamana" y después de ella, durante su presentación, he tenido la suerte de haber podido contar con la ayuda y colaboración inestim

Niños de trapo

En el taconeo roto de largo viaje las prisas escondidas entre sueños han mordido a los niños de trapo junto a la puerta vacía sorprendidos por la tarde y por las escaleras van cayendo los tristes pasos y sus maletas grafiteando con sus cosas los instantes mientras la vecina gritona escupe besos y los hijos de los hijos se curan sus ombligos ensangrentados y llenan la tarde de despedida dejando un eco de silencios como estela y el mar se llena de brazos y sus huesos esperan en la orilla donde la voz lejana se hunde en el barro alimentando las entrañas de la tierra fecunda hembra que pare semillas fuertes raíces que se retuercen flor que huele a veneno veneno que hiere y mata perfume que mendiga a sus hijos.

Leña rota

La leña rota sacude sus alas y el color de la risa arde banderas alzando la noche como una fiesta en la trastienda del fuego herido en los frentes sin fe pariendo cenas de cadáveres en los armarios, cunas de cenizas en los pozos caducados donde aún se escuchan el canto de los sables dibujando fronteras que profanan el mar levantando muros en los ojos y el amanecer se cubre de moho olor a olvido reciclado que cae como lluvia fresca sin vértigo, estelas que emborronan el aire, y la patria se hace himno y se hace música, y los ríos de madera arrastran mentiras que escupen en el papel violado de sangre y tinta corrompida, huérfanos de la verdad que mendigan sus culpas una voz atronadora como un eco que fluye anunciando clandestina la derrota.