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Insomnio

Egipto es un lugar que nunca soñé, ni imaginé sus desiertos bajo el Sol, sus babosas serpientes moviéndose entre la arena o los cocodrilos verdosos y vigilantes entre el limo. No sé por qué me faltaron sueños que soñar y engullir el mundo, devorándolo insaciablemente, como un niño hambriento sin ojos. Las líneas que hieren el aire de cristal siempre me han sorprendido, creo que sólo yo las veo, como se aproximan despacio, como una leve caída. Soñar…sólo soñar, eso nos hace fuertes, como si fuera vivir, pero con nuestras propias normas, casi como si fuéramos dioses. En definitiva ¿no somos un antojo de los dioses? Somos sus sueños. Soñar es una magia, como volar sin cerrar los ojos; es el vientre de donde salen las palabras que se dibujan en el papel y que nos cuentan historias, penas o celebramos con ellas los triunfos en el amor y en las guerras. Soñar es como descolgar el teléfono y hablar con quien quieras, no importa que ya estén muertos, hablar y hablar sin dejar de reír; y si

SARAQUSTA

Sobre los campos de batalla se esparcieron las cenizas de tus hijos y la tierra se volvió fértil y amable. Ahora su orgullo se erige firme y férreo sobre los tejados de sus moradores, temerosos de la cólera de los dioses con su aliento helado del Cierzo, el inquisitorial tormento del sol del verano. Impasible… como en un remanso recostada sobre el inmenso valle el río te bendice con sus aguas que son tus venas ensangrentadas, la de tus hijos derramada, la que amasa la tierra de donde salen los ladrillos que te encarnan construyendo Historia entre murallas y llantos. Y Como una gran madre pariendo dolor tu mirada se eleva sobre la llanura, vigilante 

Mi amiga

     S é que tengo que acostumbrarme a oír el susurro de la brisa destemplada, que confundo con tu voz, cuando acaricia el rostro amigo. Sé que el futuro ya no será igual sin ti cuando los horizontes del mar, ahora desabrido, se rindan y se nieguen a seguir la partida, como si les hubiesen hecho trampa. Nunca pensé que se notara tanto una estrella más en el cielo, y que su calor fundiera el hielo de nuestras almas para arrancar viejas lágrimas contenidas que ahora brotan de nuestros ojos cuando tu recuerdo nos invade.      Sé que te llamamos, en voz baja, cuando estamos solos, para que compartas tu risa con nosotros y siembres con ella la cálida paz que nos hace sonreír y nos llena intensamente.      Ahora sé que la vida tiene color y perfume, un color lleno de matices que has pintado en nuestras vidas, que no precisa de contornos para descubrir la verdadera importancia de las cosas, y ese aroma intenso, lleno de esencias, que has dejado en el aire y que respiramos hasta que nos due

Tras la sonrisa XVII

    L a noche se anunciaba hermosa. El mar, tranquilo, se oscurecía de sombras y el barco parecía batir las olas con suavidad, como si caminara de puntillas. A lo lejos, los últimos destellos de luz se apagaban sobre la costa, que se adivinaba en el Poniente, coronada por un velo sedoso de nubes ensangrentadas. El mar susurraba y la brisa fresca aliviaba los cuerpos ligeros y agobiados que subían a cubierta para despedirse del día y contemplar el cielo estrellado y limpio, como un guiño de la buena suerte, antes de ir a cenar al restaurante.    Juani lucía un traje muy colorido de estampes étnicos, que le daba un aspecto muy juvenil y resaltaba su bronceado y su melena rubia. Subía las escaleras de forma apresurada y risueña, sujetándose el traje y el chal. En su mano tenía el móvil, que volvía a mirar, “Estamos en cubierta, tenemos poca batería, Victoria”. La coquetería de Juani le pasa algunas facturas, se negaba a llevar gafas, “…total, apenas son un par de dioptrías...”, en re

El renacimiento de Eva

Resurges impetuosa enarbolando la razón de los deseos, los hechos consumados de la imaginación; provocadora, te acompaña la mirada que petrifica, gorgona contemporánea, que acechas asesina; humedad de voluptuosas formas, gotas que acarician tu cuerpo entre los granos arenosos que condecoran tu piel mojada; las huellas que se arrastran por el pasado, de turbios recuerdos, en la arena ensalitrada, te persiguen atormentadas sin alcanzar tu desmemoria, y una ingenua sonrisa, casi maliciosa, borra esa estela de espuma blanca, que brota del semen marino del dios dolorido, déspota celeste, violador de voluntades que copula sobre la tierra fértil y que te engendró entre el grito desgarrado y el deseo incontrolable. Ahora llevas en los ojos el brillo de tu padre, su prepotencia en tu belleza exultante, su fuerza en tu fragancia irresistible, su rabia en tu contoneo sinuoso, su obsesión en tus pérfidas promesas, su locura en tu deseo caprichoso que contagias a los mortales, arrebatándoles la r

Tras la sonrisa (XVI)

-¿No te habré despertado Victoria? ¿te noto como si estuvieses media dormida? –Preguntó Juani, temiendo haber sido imprudente. -No, no es nada, solo que me acosté un rato sobre los cartones porque estaba un poco mareada- Dijo Victoria Eugenia, aparentando normalidad pero sin quitarle un ojo a su vecino. -¿Sobre los cartones? -Preguntó extrañada Juani. -Ah, no, es un decir, me refiero a los colchones de la suite. La verdad que está estupenda, la decoración es preciosa y las vistas ni te cuento –Explicaba Victoria Eugenia con todo lujo de detalles, mientras el hombre negro, que se había sentado al el otro lado de la callejuela, miraba a su alrededor buscando, atónito, la “decoración preciosa” de la que hablaba Victoria Eugenia. -¡Vaya! Con que una suite, ya veo que os va de maravilla. Por cierto, hemos visto a Juan hace un momento pero lo hemos perdido. Estaba muy gracioso y divertido hablando con una camarera morena muy guapa y bailando –Dijo Juani insinuósamente. -Gracioso sí, no te

Chani en el bosque encantado

   D urante años hemos recorrido el mismo pasillo, estrecho y oscuro, donde la luz se vuelve miserable y anidan tristes azulejos, que la sombra decolora; hijo de los días grises que nos apenan como si fuera catacumbas, asfixiando las sonrisas y encendiendo los ojos que buscan angustiados la salida. Y cuando crees que ésta se aproxima, las corrientes humanas se arremolinan llevándonos con ellas para alejarnos de nuestro destino.    Cuando vemos un claro en el bosque, luchamos contracorriente entre las raíces agrias y fuertes, de savia añeja y cortezas rencorosas, para llegar a un recodo del río donde surge una luz amable que nos invita a descansar. Es un lugar fresco y familiar, con agradables fragancias, que nos insita a charlar y reír, olvidándonos del fatigoso viaje y del próximo encuentro con belicosas tribus río arriba.    Como una lámpara de los deseos, conseguimos todos los pertrechos para proseguir el viaje. Una voz amiga te complacerá y sus ojos se iluminarán para darte la bi