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A veces

A veces, solo a veces, cuando el camino se pierde llevándonos con él, nos alejamos de nosotros mismos hasta desconocernos, ignorándonos en la superficialidad, mientras que la piel se vuelve inútil y ajena en medio de la resaca otoñal. A veces, solo a veces cuando el frío nos despierta arropados por la hipocresía nos sentimos desnudos y vulnerables. Transparentes, nos observamos vacíos y nos aprestamos a decorar nuestros huesos pintándolos de colores, pero siempre resultan grises como las cenizas. A veces, solo a veces, desandamos el camino buscando huellas en la memoria, echándonos de menos, recordando nuestras gracias, esperando que regresemos al mismo sitio, y cuando por fin nos vemos, a veces, y solo a veces, nos damos cuenta que ya somos otros.

Ya es tarde

En esta noche te recuerdo como una noche, entre el sueño dormido y atormentado, cuando la brisa se convierte en sudor sin saber si realmente exististe alguna vez. Cuando despertaba en medio de la oscuridad, recuerdo ver tus ojos, mirándome sentir tu pelo, acariciándo mi cara, mis latidos golpeándome en medio de un silencio de susurros, cuando los labios se humedecen y la piel grita. El espacio se llenaba de ti y la soledad de tu recuerdo. Alrededor de la cama, no nos dimos cuenta de que el mundo giraba y las agujas del reloj, los segundos eternos se hicieron minutos y éstos pasaron y pasaron… El tiempo moldeándonos a su antojo nos separó por un mar infinito lleno de horizontes, en la distancia donde los ecos mueren, donde la pasión se vuelve añoranza y después recuerdo. Aún me quedaron palabras que decirte porque no fueron suficientes, aún te debo casi la vida porque entonces me sentí tan vivo y quisiera decirte, explicarte y sentirte pero se que ya es tarde. Y sé Que no sé si realment

Historias de nosotros

Dicen que después de todo aquello las cenizas cayeron cubriéndolo todo. Pasó mucho tiempo hasta que una tenue luz fue surgiendo en la oscuridad, que se fue haciendo cada vez más intensa, en medio del viento y el oleaje, rompiendo el techo plomizo, y dejando al descubierto un inmenso cielo azul, cubierto de noches estrelladas y amaneceres radiantes. Las olas mecieron las semillas hasta que germinaron pariendo vida. Las raíces rompieron la piedra y en los bosques surgieron sonidos de las hojas, balanceadas por la brisa y del murmullo del agua, que pronto se fueron confundiendo con otros ruidos hasta que se oyeron los primeros gritos. Los simios se contaban viejas historias con sus miradas, desde que fueron expulsados del paraíso, y cuando descendieron, temerosos, comenzó la gran aventura. Las áridas tierras se helaron y, en las acogedoras cuevas, ratas y cucarachas se convirtieron en convidados de aquellos seres. Cuando todo pasó volvieron los ríos, donde nacieron los dioses y los héroes

Respirar

No quiero oír más palabras que me hablen del llanto aletargado entre las telarañas del rencor; de la furia desenfrenada que nos ciega víctimas de un odio heredado; de la injusticias en las noches tristes cuando los depredadores amanecen hambrientos; de los recuerdos lejanos para fustigarnos en la autocomplacencia. Me resisto a creer en un futuro incierto cuando la vida se ofrece insaciable, cuando tu sonrisa no espera. …Y oler el aire sereno con los ojos cerrados absorbiendo todos sus colores para pintar en mi imaginación un mundo abstracto llenos de matices donde los niños corran en direcciones opuestas persiguiendo horizontes sin barreras. Quisiera que nos mirásemos a los ojos para vernos, y sentir como la piel se eriza al comprender que es la misma, darnos la mano para recorrer los caminos, sin pretender llegar a ningún lugar, solo caminar y caminar juntos, si quieres, sin volver la mirada y cerrar los ojos y oler el aire sereno…

Reflexiones

No me gusta tú cara. Pareces un machista prepotente que intentas evadirte de tus putas frustraciones, mientras te sacas esa mierda entre los dientes y acribillas con tu asquerosa mirada irreverente a la chica, que está al otro extremo de la barra. Son las once de la mañana y me tomo una cerveza. Sé que termino de trabajar a las dos de la tarde y me da igual. Los perros, de distintas clases sociales, pasan con sus mascotas. La viejita mira de arriba abajo al joven, que mea sin pudor al lado del contenedor de la basura, y lo maldice en silencio. Unos metros más allá, su perro se caga en toda la acera, sin que ella se inmute. No se para y sigue. El sevillano también bebe. Tiene dos hijos pequeños y desde hace diez meses no consigue trabajo. Está preocupado, el Betis ha vuelto a perder. La chica del otro lado está incómoda, sabe que la miran y se ha dado cuenta de que su pelo planchado se ha desordenado, por culpa del ventilador que está tras ella. Mis pensamientos fluyen deshaciéndose

Cobardía

Volar bajo y rezar perseguido por la sombra reflejada sobre el cristal que insinúa malos presagios. Traicionado por el tiempo buscas nuevos nidos en el horizonte para volver a ser, rompiendo nuevos cascarones: has sido tú tantas veces tú… y todas tan diferentes, Infinitos momentos, momentos de eternidades, luciendo un gesto insolente como si fueras inmortal: hibris, los dioses ya no te perdonarán. Y ahora Fugitivo escondido en las noches para que las sombras no te delaten, enterrado en la sorda rutina de agobios calurosos, disfrazado en el sentir insípido, rastrero robando días, indigno, cobarde que te ocultas bajo tierra incapaz de morir.

Tics

Sus grandes ojos tenían un brillo especial. Un brillo que se prolongaba en el tiempo, cuando conoció a Jose hacía cinco años. Entonces, aún, los años no pesaban y la vida resultaba ligera. Mensi siempre había sido despistada, era una tradición familiar que se respetaba de generación en generación. Recordaba en la cocina, mientras ordenaba las tazas de café por colores, en ordenadas filas, como si se tratase de una jura de bandera y con las asas siempre hacia el exterior; aquel día en que conoció a quien sería su marido. Cuando habló con él por el móvil por primera vez no entendía como podía haber puesto su número, en vez de el de él en su billete electrónico. Sus labios dibujaban una cierta sonrisa que el tic nervioso trasformaba en una expresión de asco. La pulcritud de Jose es lo que más llamó la atención de la madre de Mensi cuando lo conoció: “Qué limpito parece ese chico”, a la vez que Mensi reía sin ningún tic. La silla parecía un ejecutivo espantapájaro, abrigada por la impecabl