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BLOG ANDAMANA, LA REINA MALA

Hemos inaugurado un nuevo blog paralelo para seguir de cerca las andanzas de mi novela Andamana, la reina mala . En ella se recogerán las opiniones de los lectores, dudas y sugerencias. Será un lugar donde podamos intercambiar ideas e impresiones; conocer mejor a los personajes y escenarios; aclarar conceptos y conocer como se gestó esta historia. Iremos publicado poco a poco los distintos recursos a modo de complemento de la obra literaria. La novela que aún tardará un par de semanas en comenzar a publicarse en internet ya tiene portada, obra de Smara Alonso Martín y que reproducimos a continuación:

Rencor

¿ Q ué hace ahí fuera Lucas arañando la ventana? –me pregunto, mientras observo cómo se tensan los músculos de su cara y sobresalen sus ojos proyectando una mirada de odio. Me cuesta reconocer esa expresión de rencor en un niño de su edad, aunque ya sé que no es fácil aceptar que no tuviéramos suficiente dinero para subirnos todos en el submarino. Micro presentado al concurso de REC de la Cadena SER

Ocupas

No, claro que no queremos vivir de esta manera, ¿pero qué podemos hacer si no tenemos dónde caernos muertos? –dijo resignado, y, ante la sorpresa del empleado, el ocupa volvió a meterse por el  agujero hasta desaparecer. Después, tras permanecer durante un rato un tanto perturbado, el enterrador prosiguió su ronda  golpeando las lápidas, para saber si los inquilinos eran provisionales o definitivos.

LA CANCIÓN OLVIDADA

El olor del tiempo muere lejos cuando los sueños rotos nos olvidan y las lágrimas huérfanas nos persiguen entre la maleza del hastío y la rabia. Lejos, cuando tu pelo se ondula  en el viento envenenado de la memoria y tus labios incoloros se deshacen en la distancia, siguiendo el ritmo oscuro de los deseos, a golpes del eco que esparce  el aroma de tu taconeo azul; presiento las huellas sobre el asfalto hasta la trampa mortal bajo la canción olvidada de  noches de blanco satén.

Codorniz

El eco del prejuicio, como el punzón  que golpea a una codorniz malherida, alumbra la palabra, en el  rojo atardecer que resbala de las manos y acaricia el silencio marmóreo, bajo las miradas que se precipitan desde el cristal público, maceta en la que  se exhibe la flor artificial que da color a las mentiras, cuadro grotesco que decora la pared de las conciencias en las tristes mañanas ahogadas por el ruido del viejo y negro piano de cola desafinado instrumento prisionero de las sombras cuando la lámpara se apaga, clandestina. Reto en La Esfera Cultural

OTOÑO

Ana Déniz in memorian Mientras nos ahogábamos en las sombras, el otoño llegó sin darnos cuenta y los caminos se perdieron bajo la hojarasca. Este otoño agónico y seco que se retuerce sobre sí mismo con sus dobleces anunciando heridas más profundas cuando la rabia se arruga hasta envejecer y las lágrimas se convierten en una savia babosa y amarga. Sí, el otoño ha llegado y ha cubierto el cielo de nubes negras, sobre las que anidan cuervos disfrazados de gaviotas que nos arrancan del alma jirones de recuerdos. El otoño ha llegado tarde,  cuando ya no lo esperábamos como un pozo infinito donde se vierten las esperanzas como una noche oscura que nos cubre como una lápida. Y en medio de tanto vacío  el sueño nos acaricia  en las madrugadas y las raíces  se encrespan en la memoria cuando la brisa fresca arrastra la hojarasca                                                  y los caminos nos buscan para llevarnos.

La sal de tu ausencia

Alguna veces, cuando los días nos dejan solos, huelo la sal de tu ausencia y presiento el murmullo de tus secretos que se petrifican en la roca. La mirada naufraga entre las olas, allá por el atardecer, cuando el Sol acaricia el horizonte y tu rabia contenida se adormece. Entonces, me abrazas para sentirme isla,  prisionero de tus orillas,  libertad adherida al azul inmenso. Cierro los ojos para navegar en las noches por los mares de espinas cuando la luna siembra su velo en el aleteo de luz surcado por la estela de los viajeros por donde se esparcen sus sueños. Somos peces secos, jareas de alma marina que arrastran las corrientes  para buscamos en las orillas: esclavos, piratas, bucaneros y polizones; hombres y mujeres de maletas vacías, cruzadores de charcos de sueños rotos. En el fondo descansan nuestras derrotas, tumbas de sirenas  y sus cantos, viento que se vuelve brisa aletargada cuando se pierde la última batalla.