Acaricio tu piel con mis dedos, mis labios, constantemente, sintiendo tu perfume envenenado, en lo más profundo. Siempre juntos, Besándonos en las noches solas, y en los tristes amaneceres sin hablar sin mirarnos Como un rastro, te mueves girando en el aire, entre finos hilos, dentro de mí, robándome. Tus cadenas, oxidadas de tanto tiempo, de tantos años secuestrándome, me van asfixiando, te voy detestando. Tu egoísmo asesino, me va mordiendo, me va matando en silencio engañando. Te maldigo y te escupo, te rompo con saña, pero vuelves riéndote, encendido envenenado. Tus cenizas son las mías que van cayendo enterradas en el cenicero mortal.
Este blog es un parto prematuro en el que el autor aún anda aprendiendo a cambiar pañales. A modo de incubadadora, solo pretendo que éste sea un lugar cálido y acogedor donde lo más importante sea compartir y aprender para seguir creciendo. ¡Bienvenidos!