domingo, 7 de junio de 2009

Me matas

Acaricio tu piel con mis dedos,
mis labios,
constantemente,
sintiendo tu perfume
envenenado,
en lo más profundo.

Siempre juntos,
Besándonos
en las noches solas,
y en los tristes amaneceres
sin hablar
sin mirarnos

Como un rastro, te mueves
girando en el aire,
entre finos hilos,
dentro de mí,
robándome.


Tus cadenas,
oxidadas
de tanto tiempo,
de tantos años
secuestrándome,
me van asfixiando,
te voy detestando.

Tu egoísmo
asesino,
me va mordiendo,
me va matando
en silencio
engañando.

Te maldigo y te escupo,
te rompo
con saña,
pero vuelves riéndote,
encendido
envenenado.

Tus cenizas son las mías
que van cayendo
enterradas
en el cenicero
mortal.

No hay comentarios:

La sal de tu ausencia

Alguna veces, cuando los días nos dejan solos huelo la sal de tu ausencia y presiento el murmullo de tus secretos que se petrifica...