Acaricio tu piel con mis dedos,
mis labios,
constantemente,
sintiendo tu perfume
envenenado,
en lo más profundo.
Siempre juntos,
Besándonos
en las noches solas,
y en los tristes amaneceres
sin hablar
sin mirarnos
Como un rastro, te mueves
girando en el aire,
entre finos hilos,
dentro de mí,
robándome.
Tus cadenas,
oxidadas
de tanto tiempo,
de tantos años
secuestrándome,
me van asfixiando,
te voy detestando.
Tu egoísmo
asesino,
me va mordiendo,
me va matando
en silencio
engañando.
Te maldigo y te escupo,
te rompo
con saña,
pero vuelves riéndote,
encendido
envenenado.
Tus cenizas son las mías
que van cayendo
enterradas
en el cenicero
mortal.
Este blog es un parto prematuro en el que el autor aún anda aprendiendo a cambiar pañales. A modo de incubadadora, solo pretendo que éste sea un lugar cálido y acogedor donde lo más importante sea compartir y aprender para seguir creciendo. ¡Bienvenidos!
domingo, 7 de junio de 2009
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