miércoles, 30 de mayo de 2012

Resistencia



No dejes que los muros de tu piel
te hagan prisionero
y te hagan isla.

No dejes que tus ojos
cieguen  tu alma ignorante
mientras los cuervos desesperan en el cielo.

No dejes de jugar
en la inocencia
y en las verdes orillas de las cosas.

No dejes que la noche te acurruque
y el miedo te espante
a la hora de las brujas.

No sientas el pulso temblar
cuando el cuchillo asesino
caiga en tu mano.

No dejes de pensar
palabras hermanas de las tuyas.

No dejes de llorar
cuando las almas rotas te aprisionen
y supliquen con lamentos tus heridas.
No vuelvas la mirada atrás
cuando te alejes del camino
y tu mano ensangrentada
acaricie a las víctimas.

No dejes de navegar
surcando entre la espuma y la brisa.

No,  dejes que seas náufrago
de tu destino;
que te lleve  la corriente a su antojo.

No, nunca dejes
que te lleve gratis la muerte.

viernes, 23 de marzo de 2012

Cuando cerré los ojos




Cuando cerré los ojos
dejé de oír sus gritos ahogados,
los que encogen el alma
 cuando el miedo revienta
cuando el dolor se desangra.

Primero la zarandearon y la insultaron
luego violaron a mi hermana,
la tuya,
la que siempre paga.

Destrozaron la vieja tele
 y sus cristales cayeron como lágrimas,
 cayeron las cortinas rojas sobre el suelo
y el suelo se llenó de golpes y de sangre.

El aire se tiñó de lamentos,
el amor de odio
el refugio en tumba
el grito en llanto.

Cuando cerré los ojos
las huellas se borraron.
El viento sobre la arena,
La piel quemada,
los tambores de guerra
la tierra mutilada.

Cuando cerré los ojos
hundieron sus uñas en el mar
de sangre negra,
de peces de plástico,
de gaviotas sin plumas,
de piel acerada.

Y sus carnes podridas de oro,
fueron devoradas
por rostros buenos,
por rostros malos,
los que salen en la tele,
los que siempre salen
cuando cerramos los ojos,
cuando apagamos los miedos
cuando nos ignoramos.

miércoles, 14 de marzo de 2012

El vecino de abajo



    Sus pasos acariciaban una alfombra de mentiras, rompiendo las hojas secas del otoño cuando el aire se manchaba de frío. Esa mañana, cerca de Gloucester Road, donde se levantaba su imponente casa victoriana, sus labios perfilaron esa sonrisa que acoge a los seres que parecen flotar en la autosuficiencia: una vida confortable sin sobresaltos, como una zona ajardinada que aseguraba su tranquilidad; una familia perfecta y ordenada en torno a una moral recta y a unos principios sólidos. Su bienestar descansaba en el bien común, en la ayuda al prójimo, y todo aquello que te permite dormir sin  quebrantar tu conciencia. Ya en su casa, tras acariciar a su viejo West Highland White Terrier, que corría a recibirlo, dejaba el abrigo en el perchero de la entrada  y se ponía cómodo. En el salón encontraba a su mujer tomando el té  y sus hijos bajaban a saludarlo para luego seguir con sus quehaceres. Tras excusarse, iba a la cocina donde preparaba rápidamente una especie de sopa muy líquida, casi sin color en la que flotaba, de forma anecdótica, algunos fideos. Al llegar a la puerta camuflada bajo la escalera, la abría y descendía a un  sótano oscuro con paredes de ladrillos mugrientos y húmedos. En ese espacio en el que se respiraba un aire fétido y denso se divisaba una cama en la que yacía alguien. Era un ser grande y fuerte, un hombre negro con el cuerpo cubierto por una sábana sucia y  ensangrentada  hasta el pecho. Al presentir su llegada, habría sus grandes ojos enrojecidos y sombreados por grandes ojeras y trataba de mostrar su gratitud con una forzada sonrisa. Su benefactor lo ayudaba a incorporarse un poco y le daba de comer. Tras terminar, el hombre grande y negro suspiraba, como si temiese algo. Entonces el hombre blanco al retirarle la sábana podía ver como el cuerpo medio podrido tenía parte de sus órganos al descubierto,  lo miraba a los ojos percatándose de su respiración agitada antes de agacharse, y agarrándolo con fuerza mordisqueaba sus intestino, el hígado, los riñones… mientras el hombre negro intentaba contenerse sin poder evitar retorcerse de dolor. Como si estuviera fuera de sí, el hombre blanco, insaciable, revolvía sus tripas y con las manos manchadas extraía jirones de carne de su pecho, algunas costillas,  petróleo, cacao, caucho, diamantes, marfil, esclavos, piedras preciosas…  

lunes, 12 de marzo de 2012


Las mareas

En las mareas,
donde anidan el tiempo perdido,
la cobardía de vivir
se va deshaciendo
lejos de la maleta
que persigue la mirada
cuando los pasos mueren
sobre una alfombra de mentiras.

En las mareas
perdemos los recuerdos
viajando
por los mares de espinas
dejando un reguero de huellas sin pisadas
que juran el retorno sin lamento
cuando las madres reposan en la ausencia
 y sus hijos anidan en sus tumbas.

En las mareas
los años deambulan mendigando
horizontes nuevos que conquistar
en un mar prestado  sin caricias
de sombras indoloras donde hundir las raíces
ahogándonos en la podredumbre
cuando sabemos que todo está perdido
pero incapaces de dejar el juego.

viernes, 20 de enero de 2012

Ataud




Se acercó sigilosa, despacio, engañando al tiempo para retrasar la despedida, el último adiós, el beso en sus labios fríos, el fin de una historia como cuando se pasa la última página antes de cerrar el libro. Sintió como sus fuerzas flaqueaban. Sus piernas, incapaces de mantener su cuerpo, provocaron que sus manos se apoyaran en la fina madera del ataúd  y sintió, entonces, su suavidad, como una tierna caricia que la reconfortó hasta provocarle una sonrisa. Se excusó en su abatimiento para rozar sus mejillas sobre la tapa de fina madera, repujada en sus bordes donde formaban graciosos elementos decorativos vegetales que caían por los laterales; disimuladamente extendió sus brazos sobre aquella obra maestra reconociendo sus formas y, así, pasó un rato, sin que se percatara de que su esposo seguía muerto. Cuando fueron a buscarla costó que reaccionara  y se apartara del precioso ataúd, cayendo en esa admiración todos los que se acercaban y tocaban su cuerpo de fino ébano. Cruzaban sus miradas incapaces de describir las sensaciones que ello  le producían, así,   el rumor se fue extendiendo  y multiplicando por todas las salas del tanatorio, atrayendo a todo tipo de gente que nunca habían conocido al difunto o a su familia. En menos de veinticuatro horas se inició toda una peregrinación llegando gentes de todos los barrios de la ciudad, incluso de otros lugares de la provincia. La noticia se había extendido por internet y los medios de comunicación  y al día siguiente empezaron a llegar más curiosos de todo el país y los primeros turistas extranjeros, junto a destacadas personalidades religiosas, políticas y del mundillo de los famosos. El gobierno autorizó que el velatorio se alargara durante cuatro días más, dada la repercusión mediática y las consecuencias económicas que de ese hecho se empezaba a producir, hasta que el mal olor se hizo inaguantable. Fue en ese momento cuando se reunieron las principales autoridades  para tomar una determinante  decisión: sustituir al difunto por otro más “fresco”. Es así como este lugar se ha convertido en un referente mundial, y, a pesar de haberse  creado otros tanatorios similares en régimen de franquicia,  ninguno como éste ha alcanzado la popularidad  y ese magnetismo, por eso no es de extrañar que el famoso ataúd haya sido declarado no sólo Bien histórico-artístico y Monumento nacional sino Patrimonio de la Humanidad.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Melchor



Simón se estremeció al oír su nombre, que se alargaba en un susurro sonoro y exótico atravesando el jardín dónde jugaba. Sorprendido, su mirada buscó con curiosidad la fuente de aquellas palabras que se repetían, hasta encontrarlo al otro lado de la valla. Era como se lo imaginaba, con aquel vistoso traje largo de vivos colores y un enorme turbante que realzaba aún más su enorme figura. Ya anochecía, pero pudo contemplar la profundidad de sus ojos negros que resplandecían proyectando una mirada que atravesaba hasta llegar al corazón. “Feliz Navidad”, dijo con una tierna sonrisa que  casi abrazaba, antes de darle al pequeño niño, boquiabierto  e incapaz de reaccionar, una preciosa caja envuelta en un papel brillante de elegantes colores y decorada con una cinta de tela transparente, con brillos dorados y plateados. Su madre enmudeció al ver a su hijo con aquella expresión de inmensa felicidad, sin que tuviera tiempo de preguntarle por el autor de su regalo, mientras el presidente seguía indiferente hablando con aquellos hombres. Melchor pudo escuchar la explosión cuando se alejaba de la Villa ocultándose entre los árboles. “Alá es grande”, dijo mientras cerraba sus ojos negros, encendidos por un odio que lo carcomía por dentro.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Aires de cristal




En los aires de cristal

la luz juega en el laberinto

y recorre las miradas caprichosas

escondiendo su vuelo.


En los aires de cristal respiro

la luz que quiero

la que ilumina mi interior

como un pozo vacío y seco

de cristales rotos

esparcidos sobre la arena del desierto.




En los aires de cristal me veo

como una botella que naufraga

y se hunde

ahogándose en el abismo

para echar raíces en el fondo.


En los aires de cristal me reflejo

como el frío tras la ventana

cuando la cierra las noches

con la vaga esperanza de encontrarme al amanecer.

La sal de tu ausencia

Alguna veces, cuando los días nos dejan solos huelo la sal de tu ausencia y presiento el murmullo de tus secretos que se petrifica...