Durante años hemos recorrido el mismo pasillo, estrecho y oscuro, donde la luz se vuelve miserable y anidan tristes azulejos, que la sombra decolora; hijo de los días grises que nos apenan como si fuera catacumbas, asfixiando las sonrisas y encendiendo los ojos que buscan angustiados la salida. Y cuando crees que ésta se aproxima, las corrientes humanas se arremolinan llevándonos con ellas para alejarnos de nuestro destino.
Cuando vemos un claro en el bosque, luchamos contracorriente entre las raíces agrias y fuertes, de savia añeja y cortezas rencorosas, para llegar a un recodo del río donde surge una luz amable que nos invita a descansar. Es un lugar fresco y familiar, con agradables fragancias, que nos insita a charlar y reír, olvidándonos del fatigoso viaje y del próximo encuentro con belicosas tribus río arriba.
Como una lámpara de los deseos, conseguimos todos los pertrechos para proseguir el viaje. Una voz amiga te complacerá y sus ojos se iluminarán para darte la bienvenida en forma de tierna sonrisa. Allí descansamos y dejamos la pesada carga, el malhumor o las penas, que son quemadas en hogueras festivas purificándolo todo y sus malos humos son aspirados por los árboles milenarios de savia rica.
Si preguntas por ella todos la conocerán y recordarán su paso por esas aguas como un canto de sirena del que ya no querrás separarte. Y, mientras el reposo se vuelve placentero, te contarán mil historias y leyendas, que te llenan de curiosidad y tu mente vuela hacia otros mundos encantados, de misterios insondables, y mil imágenes se mostrarán ante ti para contarte tantas historias incontables.
Sí, esa parte del bosque encantado tiene alma. Desde hace más de cuarenta años, cada día, ella hace respirar a la jungla, sin que los demás nos demos cuenta, y alimenta cada uno de sus latidos… y las fieras se vuelven dóciles, al verla, respetuosas y agradecidas, casi siempre.
Son muchos años y algún día se irá, y sabemos que ese día será pronto, muy pronto, inevitable… Después, seguiremos viajando por estos ríos secos entre penumbras, en cada recodo habrá luz y su huella quedará, siempre; pero, cuando pases por ese lugar, no podrás evitar sonreír, porque sabrás que, de alguna manera, seguirá ahí y te sentirás chanimente feliz.
Comentarios
Excelente texto.
Un abrazo.
Un abrazo
Bravo a Chani y al que le escribe.
Mañana, precisamente, también despedimos a alguien en el trabajo. Te aseguro que la diferencia es abismal. Es una pena que alguien se vaya después de tantos años, acompañado por los compromisos, el bienquedar, y sensación de alivio o indiferencia cuando se marche.
Chani ha de ser un gran tipo, y tú un gran compañero.
Un abrazo
Besotes y hasta mañana
Tu compi Sonia (una que también transita por ese bosque encantado)
Gracias "duende". Gracias por regalarle a Chani tu musa del lunes, 7 de Junio. Es un regalo precioso y Chani, todos los que tenemos la suerte de conocerla lo sabemos, es un mujer PRECIOSA, un alma PRECIOSA. Es esa parte de tu bosque que vale tanto por lo que dice como por lo que calla, esa parte de la jungla que nunca será esclava de sus palabras porque su silencio siempre la seguirá haciendo libre, ese remanso de paz que tan bien has sabido "dibujar" con tus palabras ¡Qué suerte querer a Chani! ¿verdad Marcos?
Ahora te han dejado el relevo, el bosque no puede quedar poblado sólo "de raíces agrias y fuerte, de savia añeja y cortezas rencorosas..." Es un papelón, pero ¿quién mejor que tú para coger el testigo?
Un abrazo y recuerdos a Elena
Susi
Susi, un abrazo muy fuerte y no pierdas la costumbre de visitarme, aunque sea de tarde en tarde.