Nuestra amiga, pintora y escritora Pilar Aguarón inaugurará el día 8 de febrero su exposición de pintura "Con otras miradas" en el Espacio Cultural Adolfo Domínguez de Zaragoza. Para la ocasión se editará un libro en el que participamos 24 escritores, "Con otras miradas: 24 escritores en torno a la pintura de Pilar Aguarón". Desde aquí le deseamos los mayores éxitos.
Este blog es un parto prematuro en el que el autor aún anda aprendiendo a cambiar pañales. A modo de incubadadora, solo pretendo que éste sea un lugar cálido y acogedor donde lo más importante sea compartir y aprender para seguir creciendo. ¡Bienvenidos!
jueves, 3 de febrero de 2011
La obra colectiva "Oscurece en Edimburgo" se editará próximamente
La obra colectiva "Oscurece en Edimburgo" se editará próximamente. Esta novela, creada por siete autores alternativamente a lo largo de siete meses y en sucesivos capítulos hasta completar los 55 definitivos, quiere aportar una nueva forma de crear, a partir de las nuevas tecnologías, y de entender la literatura. En este nuevo género, los lectores y los autores se dan la mano para intervenir en el proceso creativo . El Adelantado de Segovia se ha hecho eco de nuestro proyecto y comenta la proyección literaria de uno de nuestros 7 Plumas, Amando Carabias.
miércoles, 2 de febrero de 2011
De la tierra
De la tierra
Cuando el olor a tierra seca te angustia,
cuando sus cabellos blanquecinos se despeinan,
te ahogas en el presentimiento,
en la larga espera,
entre las horas que resbalan del reloj,
como gotas que golpean tu conciencia,
y un temblor recorre tu cuerpo
cuando presagias que la despedida está cerca.
Quieres abrir los ojos para no dormir
y soñar despierto,
para que el mañana no llegue,
añorando los recuerdos
y maldiciendo los silencios
ladrones de tierra
y de madres que ya no volverán.
Revives el olor a tierra fresca,
al pacto de sangre y sudor que te vio nacer
y que se mezclan con la tierra fértil,
olor a hembra,
donde el barro nace
y el dolor pare hijos
gritando amor y rabia
en los caminos pedregosos,
con el paso firme que aprendimos tras ella,
como latidos que nos empujan,
con su mano que te sujeta,
con ternura, cocida a fuego lento,
entre risas,
con su sonrisa pícara,
en el juego,
con su mirada atenta.
Y cuando el horizonte se emborrona
en los ojos humedecidos
el puño aprieta
como el alma encogida
cuando vuelve a la tierra.
martes, 25 de enero de 2011
Alma de arena

Sus almas, desesperadas, recorrieron el mundo buscando su reconocimiento, pero no encontraron a nadie que los recordaran. Entristecidas, las almas lloraron durante muchos años; fue, entonces, cuando sus lágrimas se confundieron con la lluvia, y muchos vieron como sus cuerpos se empapaban respirando esa humedad triste y desgarrada. No tardaron en caer en la locura y despertar en desiertos arenosos de una belleza indescriptible, bajo un cielo limpio de un azul intenso, y un aire que embriagaba por su pureza, pero lo más que sorprendió fue el silencio absoluto que lo llenaba todo. Quedaron admirados, contemplando aquello durante horas, hasta que comenzó a rugir el viento.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
La mirada
La mirada…
sueño de cristal
que se rompe en la noche inesperada,
desgarrando, sus cortantes aristas, la carne.
Fluye
la roja sangre
manchando los cuadros rotos
en otras noches
de rabia contenida
que rasgan, llorando, el lienzo.
La mirada…
afilada
hiere el presente,
que desprecia
y desafía,
en el grito contenido
en la renuncia al aire contaminado
que lo envuelve,
con ese gesto de rebeldía
donde nacen los recuerdos
donde brotan las lágrimas rotas
empapando los sentimientos
como pinceles que paren figuras,
desesperadas,
que quieren salir del cuadro,
que huyen del pasado,
prisioneras…
de tu mirada.
Pilar Aguarón, Autorretrato, 1991.
viernes, 10 de diciembre de 2010
Las gilipollas

Con esa encantadora y graciosa decadencia, y en medio de convulsiones sociales, económicas y políticas, solemos manifestar comportamientos verdaderamente patéticos.
Estos últimos días, esperando los vientos fríos, que traen el espíritu navideño, nos vimos envueltos por las noticias: por el sur, el cólera en la trágica Haití; al este, el temor a una escalada bélica en Corea; al oeste una amenazante borrasca, que prometía darnos más de un susto; y desde el norte las revelaciones de Wikileaks salpicaban de mierda y corrupción a los gobiernos y empresas más poderosas del planeta.
No salía de mi asombro, frente al cristal del televisor o de mi PC, pero eso no era todo, aún faltaba lo mejor, o lo peor según se entienda y quien lo entienda. A las 6 de la tarde del viernes, tres de diciembre, cuando media España se disponía a atravesar el largo puente constitucional, saltó la noticia: se cerraba todo el espacio aéreo español debido al abandono de sus puestos de trabajo de la mayoría de los controladores aéreos, alegando indisposición o haber superado el número de horas de trabajo permitidas. Las cámaras de televisión nos mostraron, entonces, escenas de indignación y desesperación, protagonizadas por cientos de los miles de viajeros en los hacinados aeropuertos españoles, que perdieron sus vuelos, su dinero, sus ilusiones, la paciencia y los nervios.
Solidarizados con la causa de esos martirizados rehenes, secuestrados por los malvados controladores, según nos contaron miembros del gobierno, asistimos, los millones de telespectadores, que de paso nos congratulamos por no haber viajado, a un telecirco romano, donde los periodistas sacaron a los controladores de su catacumba, en el ya conocidísimo Hotel Auditorium, para arrojarlos a los viajeros que coincidieron en ese hotel o se aproximaron hasta él con las garras afiladas y rugiendo su malestar.
Creo que ya no podré olvidar, de aquella terapia colectiva, las imágenes de dos mujeres, una de ellas agarrada fuertemente a la otra, que fingía sonreír, mientras se giraba para mirar horrorizada como las perseguían, a pesar de la protección policial, y le sacaban fotos con móviles o las grababan con cámaras, mientras los indignados viajeros y los millones de telespectadores gritábamos al unísono: “¡las gilipollas, las gilipollas,...!
martes, 9 de noviembre de 2010
Arde el Aaiún
Arde el Aaiún

Marruecos es un país hermoso de gente noble. Yo tengo un buen amigo marroquí que me emociona cada vez que me llama “mi hermano”. Esto no es un conflicto de pueblos, ni culturas, ni religiones. El Sahara es un gran territorio donde caben todos, donde todos son necesarios, pero también es un país rico con muchos recursos y grandes posibilidades que atrae la codicia del poder económico de grandes empresas, políticos corruptos, y gobiernos inmorales.
Parece extraño como España, al igual que Francia o los EEUU, le dan tantas concesiones al Gobierno marroquí, tratos preferenciales y sobre todo como estos países, grandes luchadores por la libertad y la democracia y en contra del terror, se pone una venda en los ojos o miran a otro lado. Los mismos que celebran el día de la Independencia o la liberación de los ejércitos invasores y se enorgullece de la resistencia que ofrecieron a las tropas de ocupación en sus respectivos países.
Una vez, la representante de Estados Unidos en las Naciones Unidades, Jeane Kirkpatrick, dijo, refiriéndose a los dictadores latinoamericanos de entonces “(…) son unos hijos de putas, pero son nuestros hijos de putas (…)”
Ésta puede ser la explicación en esa sorprendente relación entre los países democráticos occidentales y el gobierno alauita. Pero sin duda, las injusticias nos duele a todos y toda la gente de bien, los que valoran la libertad, la solidaridad, la democracia y el respeto a los derechos humanos, en estos momentos nos sentimos saharauis y nos avergüenza nuestro gobierno por su actitud hipócrita, pasiva y cómplice. Estoy convencido, y no es la primera vez que ocurre en la Historia, que depende de nosotros mismo el conseguir un mundo mejor denunciando sin desfallecer este tipo de hechos. Los saharauis lo vienen haciendo y sufriendo desde hace más de 35 años, repartidos entre los territorios ocupados y los campos de refugiados de Tinduf, pero como en la caja de Pandora aún le queda una cosa: la esperanza, y saben que en el desierto más hostil a veces surge una flor que los advierte de la existencia de agua de la que depende su supervivencia.
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