Y cuando haya vivido mil años,
cuando haya conocido todos los lugares con sus rincones,
cuando haya visto miles de millones de miradas
y cuando haya contado todos los colores y los sabores
y distinguido todos los perfumes,
cuando haya reído tanto de todo lo que se puede reír
y cuando haya escrito todos los poemas,
ya no sabré que mirar
ni que vivir
y habré querido morir mil veces, todos los días
y sabré, entonces, que la vida también es muerte
y que los sueños son sueños
y que aunque no alcancemos la Luna con nuestras propias manos
podemos oler el Universo
y sentir su grandeza
sin necesidad de devorarla.
4 comentarios:
Me ha gustado. Mil años no son nada, o son todo, o son tanto que no podemos con ellos, pero qué son mil años para una estrella.
Gracias Amando. Ahora que lo escribes, este poema tiene sabor a tango.
Tranquilo, que aún te queda mucho por mirar, conocer, oler... te queda mucho por vivir.
Me ha encantado, por cierto
Gracias Ana, además se que parte de ese camino lo disfrutaré con amigos increíbles como tú. Un abrazo.
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