Ir al contenido principal

Andama, la reina mala (X)

Como si fuera un sueño, una neblina de polvo recorría el barranco, que se desprendía de las grandes paredes, que ahora quedaban atrás, para abrirse en una inmensa llanura, queriendo abrazarse al mar, que ya se divisaba a lo lejos. El millar de cabras invadía las tierras bajas, como un carnaval de intensos olores. El canto desafinado de las hembras, que replicaban, a modo de coro, la llamada del macho, llenaba el espacio, como lamentos burlescos de una murga embriagada. El aire se espesaba con el olor penetrante de los animales, que salpicaban el paisaje con sus colores amarillentos, ocres y marrones, rompiendo la monotonía de las piedras grisáceas del barranco y el verde de los balos, tabaibas y ahulagas. Acostumbrados a las tierras altas, en el llano los pastores se sentían vulnerables, indefensos ante cualquier peligro. Los achicaxnas que trabajaban los campos de cultivos lo respetaban, sabían que eran muy habilidosos en el manejo del palo y el garrote, eran orgullosos y a veces soberbios; pero, también, sabían que eran la cantera de donde salían los mejores guerreros, en los que descansaban su seguridad ante las amenazas.
Los cuerpos, sudorosos por el fuerte calor y el duro trabajo, mostraban una morenez brillante, que parecían salir de sus tamarcos a medida que descendían de las montañas al llano, y ascendía la temperatura a lo largo de la mañana. El rostro de Dácil tenía un atractivo camuflaje. Su piel oscura y brillante se embarraba con el sudor y el polvo, dándole un aspecto realmente guerrero. Hacía algún tiempo que había perdido aquel semblante serio. El esfuerzo casi no le afectaba, contagiada por una alegría desbordante, iluminada por una sonrisa y una mirada que deslumbraba. Sus silbidos y gritos se mezclaban con su risa contagiosa y juguetona, cómplice de las locuras de Taré. El joven bárbaro siempre hacía de las suyas, ante las sobresaltadas cabras que, sin embargo, siempre reclamaban su compañía, especialmente los pequeños baifos, acostumbrados a sus juegos y tiernas caricias. A los pocos meses de convertirse en pastor, su comportamiento había cambiado. Ahora era más maduro y sus sueños más nítidos, aunque, en ocasiones, volvía a la adolescencia para recuperar sus traviesas manías.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy bella.

Amigo agrega de nuevo mi blog http://atlantidaliz.blogspot.com/ solo cambio de url.

Un saludo

Entradas populares de este blog

Prefiero

S i he de mentirte alguna vez prefiero que sea en la noche cerrada donde las lágrimas escondan su brillo y el viento anuncie la despedida como el puñal traicionero. Si he de lamentar lo vivido prefiero recoger los cristales rotos de las ventanas abiertas por las que entraron tantas mañanas antes de que llegara el mediodía. Si he de mencionar una palabra prefiero que sean las tuyas para llenarme de tí y hacerte prisionera en mis pensamientos. Y cuando los años se cansen prefiero contarlos para saber cuántos perdí, cuántos te debo, cuántos no me cansaría de contar y esconderlos en el bosque de tu esencia antes de partir a las cruzadas sin fe para morirme sin mí, en desiertos anónimos, en el furor de batallas sin enemigos, y disfrazar de leyendas las guerras sin causa, las derrotas ajenas, las esperanzas abiertas que se desangran y fluyen sin fin.

La sal de tu ausencia

Alguna veces, cuando los días nos dejan solos huelo la sal de tu ausencia y presiento el murmullo de tus secretos que se petrifican en la roca. La mirada naufraga entre las olas, allá por el atardecer, cuando el Sol acaricia el horizonte y tu rabia contenida se adormece. Entonces, me abrazas para sentirme isla,  prisionero de tus orillas,  libertad adherida al azul inmenso. Cierro los ojos para navegar en las noches por los mares de espinas, cuando la luna siembra su velo en el aleteo de luz surcado por la estela de los viajeros por donde se esparcen sus sueños. Somos peces secos, jareas de alma marina, que arrastran las corrientes  para buscamos en las orillas: esclavos, piratas, bucaneros y polizones; hombres y mujeres de maletas vacías, cruzadores de charcos de sueños rotos. En el fondo descansan nuestras derrotas, tumbas de sirenas  y sus cantos, viento que se vuelve brisa aletargada cuando se pierde la última batalla. H

Reseña de Ana Joyanes sobre la novela "Andamana, la reina mala" en La Esfera Cultural

Ana Joyanes, autora entre otros libros de  Lágrimas Mágicas, Sangre y Fuego, Oscurece en Edimburgo  o su última novela  "Noa y los dioses del tiempo" (Idea Aguere  Col. G21) ,  ha dedicado una magnífica reseña a mi novela  "Andamana, la reina mala"  en el blog literario "La Esfera Cultural" .  A Ana me une una entrañable amistad y la admiración que se suele sentir por esos seres que poseen unas capacidades extraordinarias y una energía inagotable y desbordante, también el hecho de haber colaborado ambos en múltiples proyectos, junto a otros compañeros de la Esfera Cultural, y en especial en la inolviable aventura de "Oscurece en Edimburgo", una novela a escote escrita entre siete autores. Así que no es de extrañar que lleve algunos genes suyos en mi genética literaria. A lo largo de la gestación de "Andamana" y después de ella, durante su presentación, he tenido la suerte de haber podido contar con la ayuda y colaboración inestim